El ser humano es un animal bastante inteligente. Probablemente, el segundo o el tercero más inteligente que se conoce.
Solo las ratas de laboratorio, y quizás los delfines, son más inteligentes que los humanos.
Lo de las ratas nadie lo discute. Durante décadas, las ratas han entrenado a los humanos para que les premien con comida cada vez que presionan un botón o recorren un laberinto.
Eso no es mío, es de Douglas Adams, un maldito genio. Aunque a un amigo mío no le hiciera ninguna gracia.
Ni una sonrisa, tú.
🙁
Peor es lo de mi socio, que no le gusta el jamón serrano. Cualquier día le dedico un email.
A mí me aburren los conciertos. Eso a mucha gente le parece inadmisible.
Intentar disgustar a todo el mundo durante todo el tiempo sería idiota, pero no tanto como pretender gustar a todo el mundo, todo el tiempo.
Sin embargo muchos lo intentan con ahínco.
Muy idiota.
Lo primero al menos tiene utilidad si quieres participar en un reality show.
Quizás hayas oído hablar del buyer persona. Voy a introducir un nuevo concepto en el mundo de las ventas: el cansino persona.
Te lo resumo. Un buyer persona es el retrato robot de una persona ficticia que cumple con las características de tu cliente ideal.
Te recomiendo que hasta le des nombre y apellidos y le pongas foto.
La idea es que sientas que esa persona supervisa tu trabajo cada vez que preparas una llamada, escribes un email o elaboras una propuesta.
El cansino también es un retrato robot, pero de ese que te marea durante meses para acabar por no contratarte, o que si lo hace, exige el triple que el resto y siempre acaba insatisfecho.
Lo que te estoy diciendo es que está muy bien que vendas pensando a quien tienes que gustar, pero está mucho mejor si también añades a quienes tienes que disgustar y consigues que tu mensaje les haga huir.
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