Un pensamiento perturbador

Lo mismo este post te fastidia el día. Avisado quedas y continúo.

Imagina que estás en tu lecho de muerte.

Estás cascadete pero has tenido una vida razonablemente satisfactoria y no puedes evitar recordar tus tiempos mozos.

Pensar que estaría muy guapo volver allí por un instante, antes de despedirte.

Entonces la muerte, que sabe lo que piensas, se presenta y te dice: «Venga, va, trato. Atiende…»

He hecho un listado de todas las actividades que has realizado en tu vida, las he agrupado por categorías y he sumado el tiempo que les has dedicado.

Es decir, tengo un listado de cuantas horas has pasado en avión, cuantas jugando al candy crush, cuantas buscando el mando de la tele entre los recovecos del sofá…

Ahora puedes elegir las categorías que quieras y el tiempo que sumen te lo devuelvo en años de juventud. Te teletrasporto a tus mejores años por esa duración total.

Solo hay un pero.

Cuando elijas una categoría tu vida cambiará como si nunca hubieses hecho eso.

Es decir, que si eliges quitar el tiempo que has pasado en la ducha ganarás unos cuantos años, pero entonces tu vida se reconstruirá como la de alguien que ha vivido oliendo a cochinillo.

Bien. Te pregunto. ¿Qué elgirías?

De todas las cosas inútiles que has hecho, ¿cuáles eliminarías sin remordimiento?

En un momento te cuento la mía, pero piénsalo.

Párate un segundo y piénsalo.

Al menos en mi caso, que no voy a las juntas de vecinos ni veo fútbol, la elección está clara:

  • Reuniones
  • Atascos
  • Elaboración de propuestas
  • Elaboración de presentaciones

Y eso que ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que hice algo de eso.

Pero lo hice. Mucho más de lo que me gustaría.

Pensar que hay gente que lo hace durante 40 años.

Si a ti los desplazamientos a otras oficinas, la exploración de nuevas moquetas y rellenar huecos en un documento de Word lleno de pleonasmos te aporta mucho, todo mi respeto.

Si no, te digo el primer paso que necesitas para quitarte ese vicio, apúntate aquí: