Voy a aclarar un malentendido común que te puede estar costando mucho dinero.
Te pongo en contexto…
El otro día me escribió una suscriptora y me dijo que iba a hacer como yo, refiriéndose a que iba a usar cierta historia que yo había contado para transmitir cierto argumento de venta.
En concreto me dijo: «Viendo que te va bien, voy a usar tu misma técnica, voy a XXXXX…»
A los pocos días, otra persona me preguntó que cómo hago para inventarme una historia cada día.
En otra ocasión, un señor con una dieta basada en conservas y doritos me dijo que creía haber descubierto quien me escribía los emails.
Lo he dicho y lo repetiré:
Todo lo que te cuento aquí son historias reales y te las transmito con tanta fidelidad como mi memoria y mi limitada capacidad de expresión me permite (salvo por algún diálogo más épico de lo que realmente fue).
Nada es una fábula para demostrar una idea. No es que hacer eso sea malo, simplemente no tengo imaginación para hacerlo.
Además nunca he entendido las metáforas, así que mucho menos soy capaz de crearlas. Lo que te lees es lo que hay y lo que hay es lo que lees, y si ves más allá, es cosa tuya, no mía.
Las historias no contienen ninguna técnica. La única técnica que hay aquí es prestar atención a las lecciones que de ventas que te da la vida y tomar nota.
Eso es algo muy lucrativo.
Pero mucho, mucho, mucho.
¿Cuánto? Te cuento exactamente cuánto y cómo puedes hacerlo tú lo mismo. En concreto:
- Dos detalles que hago diferente al resto de gente con newsletter y que me hacen ser más rentable. Son dos detalles que no requieren ni dinero, ni inteligencia, ni demasiado esfuerzo.
- Los 4 tipos de emails que más venden y el tipo que menos vende, y por qué ese último tipo es igualmente necesario.
¿Dónde cuento eso?
Ahí abajo, en el newsletter, apúntate aquí: