Signos de que una empresa está muriendo

Por aquel entonces trabajaba en un edificio de oficinas.

Ya sabes, uno de esos edificios grandes en el que los únicos inquilinos son empresas y en cada planta hay unos baños compartidos por todas ellas.

Por lo que pude oír desde que entré al baño para lavarme los dientes, algo le había sentado requetemal al tipo que se encontraba en el tercer retrete.

No te hablo de cualquier persona. Esto hablando de uno de los limpiadores más rápidos del mundo. Dos o tres segundos –cuatro, máximo– desde que la orquesta se retiró hasta que el director salió a saludar.

Cuando por fin lo hizo se dirigió directamente a la puerta de salida.

Para estos casos tengo una técnica, no tiene una gran tasa de conversión pero es mejor que nada. Clavo mi mirada en el sujeto y le persigo con ella hasta que desaparece. A unos pocos esto les hace reflexionar acerca de sus decisiones vitales y arrepentirse.

Este fue uno de los que volvió.

Paró delante del lavabo y me miró a los ojos desde el reflejo del espejo, como desafiando. No se cuánto tiempo duró aquello, pero puedes estar seguro de que se me hizo más largo que el tiempo que el tipo había dedicado a lijarse el ano.

Entonces, abrió el grifo, hizo un cuenco con las manos, dejó que se llenaran y se las llevo a la boca.

Jaque mate.

El trago de la victoria.

Broche de oro a una trayectoria intachable.

La recompensa por un trabajo bien hecho.

Ríete de los estudios de mercado, los focus group y el gran hermano. Si quieres saber cómo se comporta la gente lávate los dientes en un baño público.

En otra ocasión un vecino de oficina me dijo que hay que ver cómo somos los de «marketing», siempre lavándonos los dientes después de comer.

Le contesté que la boca no es el único agujero que acostumbro a lavar después de usar. En aquel lugar no estaba de más aclarar ese detalle.

Es un error común. Son muchos los que piensan que hay cosas que solo las tienen que hacer los de «marketing». Cosas como…

– Limpiarse el culo

– Cepillarse los dientes

– Vender

En lugar de pensar que cada vez que en una empresa alguien dice cosas como…

– «te volverán a llamar»,

– «tendrás que llamar más tarde»,

– «no sé decirte, mi compañero está de vacaciones»

Esa empresa da un paso hacia el cementerio de las empresas.

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