Avisé hace tiempo, dije que me había dado un capricho. Algo que pocos se pueden permitir y que sería criticado por ello.
Te hablo de algo más exclusivo que un Ferrari: rechazar compromisos presenciales.
Hoy tengo que anunciar que he alcanzado el nirvana.
Calendario vacío.
Ni una reunión, ni una entrevista, ni una formación a la vista.
Bueno, una formación sí. Te cuento en un momento porque considero que te interesa.
¿Significa que no volveré a hacer nada presencial?
Volveré, pero poco y con calma. Tiene que ver con lo del triángulo de la riqueza que te he contado alguna vez:
Dinero – Seguridad – Libertad
Tocaba trabajar la libertad.
Y te digo algo que me ha ayudado a conseguirlo, porque lo mismo te viene bien, es un truco muy poderoso:
Di no. Dilo más veces y dilo con alegría.
Dilo sin acompañarlo de una explicación.
Díselo a tu cliente y díselo a tus amigos. Díselo también a tu pareja.
Di no con frecuencia. De hecho, si quieres llegar a algo en la vida tendrás que decir «no» muchas más veces de las que digas «sí».
Y si un día estás débil, condiciona el sí. Es decir, a quien te haya pedido algo dile sí a cambio de que haga algo. Algo, por ejemplo, que demuestre un interés mayor en lo que sea que te está pidiendo.
Que yo entiendo que a los someliers de café y a los que les gusta conducir de una moqueta a otra moqueta esta idea le aterrará.
Pero eso no cambia que este consejo vale de muchos miles de euros a lo largo de la vida.
Y ojo, que yo te entiendo si piensas que la gente se molestará y que los clientes huirán pero si te atreves a acerme caso pronto descubrirás que lo que ocurre es exactamente lo contrario.
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