Te voy a hablar de un escritor que además es uno de los pensadores más brillantes que han existido.
Muestra de que no exagero es cómo se hizo cantantautor. Varios discos de oro y platino, no te vayas a pensar que fue algo secundario.
Fue en su primera visita a Buenos Aires, caminando por la ciudad, deslumbrado por sus edificios cuando vio un cartel de una discográfica: Discos Odeon-Capitol.
Entró a curiosear. En la recepción había una chica le preguntó en qué le podía ayudar.
—«Vengo a grabar un LP.»
—«Pero no le conozco… ¿es usted artista de la compañía?»
—«No, simplemente vengo a grabar hoy, ¿puedo pasar a grabar un LP?»
—«Señor, estoy trabajando, no le puedo ayudar.»
Entonces entraron tres señores trajeados que escucharon parte de la conversación. Debía ser uno de esos viernes lentos porque el jefecillo quiso mofarse un poco de ese pobre hombre:
—«Señorita por favor, si este señor viene a grabar, déjele pasar.»
…
—«¿Cómo se llama usted?»
—«Facundo Cabral.»
Aunque este email solo sirva para descubrirte a Facundo Cabral, ya habría merecido la pena.
—«Encantado, Facundo. Le presento a unos amigos. Nos hace muy felices que haya elegido nuestro sello para grabar su primer LP, pero primero tenemos que firmar un contrato.»
El tipo le pasa una hoja en blanco, Facundo firma.
—«Vamos al estudio.»
—«Vamos.»
Una silla, dos micrófonos y Facundo empieza a cantar.
—«¡Pare! ¿De quién es esa canción?»
—«Mía.»
—«¿Cuántas tiene?»
…
…
…
—«¿Cuántas quiere?»
Y así es cómo, amigo de las ventas, se cierra un trato.
Cojonudo si tienes suerte, talento y eres un natural de las ventas.
Como yo de suerte ando normal, de talento escaso y las ventas están en el extremo opuesto a mi personalidad natural, pero no quería renunciar a ganar lo que gana un artista y mucho menos a vivir como uno, hice lo único que podía hacer.
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