Te contaré una historia.
Poco antes de constituir mi primera empresa conocí a un tipo de nombre peculiar. Hoy le llamaremos Faustino.
Faustino me dijo dos cosas:
La primera cosa, que tenía muchos negocios y que le iba muy bien.
Parecía que Faustino le había pillado el truco a la vida.
La segunda, que siempre hiciera un gran trabajo. Que cuando haces un gran trabajo los demás hablan tanto de ti que no necesitas hacer marketing.
La sugerencia sonaba tan razonable que la acepté y la practiqué durante años.
Pero acabé hasta las pelotas porque la técnica, como todas las técnicas bienintencionadas, es una puta mierda y en el único mundo en el que funciona es en el mundo de la gente que llega derrapando a final de mes.
Si Faustino simplemente hubiera dicho algo así como…
Haz un gran trabajo. Un trabajo tan bueno que consiga que los demás hablen de ti sin que se lo pidas, y cuando lo hagan, utilízalo como el catalizador de todo el puto marketing que debes hacer cada segundo de tu vida.
Si Faustino me hubiera dicho esa mierda en lugar de la otra mierda me hubiera ahorrado mucho tiempo y hecho ganar mucho dinero.
El otro día un suscriptor me escribió un email con un asunto igual al que lleva este email. El mensaje continuaba así:
Pero loco de remate.
O sea, ¿149€ al mes por un soporte que bien podría valer diez veces más?
Me refiero a que si cobraras 1.490€ al mes, hacerse socio de tu membresía continuaría siendo rentable.
En el caso de que tengas un negocio serio y quieres hacerlo crecer, claro.
En el caso de ser un hater con el cerebro en peligro de extinción, rentable no es.
Para los demás, sí.
Hazme caso, veo muchas membresías todos los días. Sé de lo que hablo.
Eso me lo dijo Jordi García, de bicicleta studio, una empresa dedicada a la creación y asesoría de negocios de suscripción.
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