Un colega lleva años queriendo emprender.
El emprendedor perpetuo. Siempre emprendedor nunca empresario. Siempre espectador nunca vendedor.
«Pero si el 98 % de los negocios fracasan, ¿no?»
Lo mismo da emprender, que vender, que aprender a tocar la guitarra.
Podría contarte qué hacen ese 2 % que no hacen los demás, pero mañana te habrías olvidado. Podría contarte qué hice yo, pero no me creerías. Así que te lo va a contar Santiago, un suscriptor que me envió este mensaje:
Después de una semana viendo tus vídeos por LinkedIn, al final he picado y estoy por aquí.
Me ha hecho mucha gracia el proceso por el que he pasado…
al principio fue como “este vídeo no hará que me suscriba a un newsletter”,
luego fue un “es interesante lo que dice pero creo que no conseguirá que me suscriba”
finalmente ha sido un “qué cabrón al final hará que me suscriba” jajaja
Ya está. Ahí lo tienes. Eso es todo. No hay más.
Te acabo de dar la receta secreta.
¿Publicar a diario en LinkedIn? No, no es eso. Es mucho más fácil.
Se trata de insistir.
No de pensárselo, de insistir.
No de resultar simpático, de insistir .
No intentar no disgustar a nadie, no, de eso no va. Va de insistir.
¿De repetir? De repetir, claro. Hasta resultar demasiado insistente.
Porque nadie te juzga con tanta dureza como te juzgas a ti mismo, y cuando a ti te parece que estás empezando a resultar pesado, la persona que tienes en frente empieza a acordarse de tu cara.
Y cuando te parece que ya has pasado la frontera de lo insoportable, entonces guarda tu número en la agenda.
Y cuando crees que te va a poner una orden de alejamiento, en ese momento, llega y te pregunta, «recuérdame exactamente que es que hacías.»
PD: por eso, prácticamente cada día publico un vídeo en LinkedIn.
PD2: En el newsletter te envío consejos de venta que no verás por aquí, apúntate abajo: