A veces envío emails que deberían ser de pago, porque más que emails son cartas de venta cargadas de armas de persuasión aprovechables por cualquier negocio.
Esto es algo de eso.
Hace 47 días nos reunimos en una ubicación secreta Isra Bravo y un servidor. Y More.
El Mago More.
Y dos técnicos.
Montaron cámaras, iluminación, micrófonos y empezamos a grabar.
Entonces paramos porque el ruido del aire acondicionado se colaba por los micrófonos.
Y retomamos la grabación.
Entonces paramos porque se agotó la batería de uno de los micrófonos.
Y retomamos la grabación.
Entonces paramos porque entraba tanta luz por las ventanas que se quemaba la imagen.
Y…
Vamos, todo bastante menos glamuroso de lo que imaginarías.
También nos dio tiempo a hablar. Si quieres precisión te diré que el vídeo resultante dura 1 hora, 32 minutos y 58 segundos, aunque hablamos bastante más.
Lo que pasa que quitamos cosas.
La forma en la que esto funciona es que después de grabar te pasan el vídeo en crudo.
Dicen que lo llaman «en crudo» porque está sin editar, pero bien lo podrían llamar «en crudo» porque indigesta.
Un tostón con los colores desajustados y ruido de fondo en el que pasas muy mal rato cada vez que apareces en escena.
Ese no eres tú, joder.
Tu voz, tus gestos, tus cara. Todo horrible.
Lo que pasó es que me quedé enganchado. En lugar de verlo a 1,5x o 2,0x (coño, lo has vivido tú, no es que necesites tomar notas), lo vi del tirón y a velocidad normal.
No hora y media, bastante más porque te recuerdo que era la versión en crudo.
Cuando lo estaba todavía viendo More me envió un WhatsApp: «¿Qué comentarios tienes?»
En lugar de contestarle puse el teléfono en modo en avión para que nada más pudiera sacarme de mi trance.
Cuando por fin acabé el vídeo hice dos cosas:
La primera, levantarme de la silla e ir al jardín.
Poner los brazos en jarra, desplazar la cintura hacia adelante como una jotera, mirar al sol, que hacía un calor de pelotas, y decir, «Jooooder, pedazo de puto vídeo.»
Aspiré aire, lo retuve unos segundos, lo solté lentamente y con la bajada de tensión que eso me produjo subí al despacho y contesté al WhatsApp de More. Esa fue la segunda cosa:
«Vamos a borrar la mitad de las veces en las que hablamos Isra y yo. Y también vamos a eliminar la mayoría de cambios de plano donde aparecemos.
Lo que cuentas es demasiado bueno como para desviar la atención un solo segundo.
Es demasiado bueno, distraer la atención de eso va a molestar al espectador.»
No hubo un «gracias», ni «un abrazo» ni nada de eso. Soy empresario y vendedor de éxito, no un soldado corporativo.
Lo mismo te piensas que esto es una historieta graciosa fácil de leer para escribir este post. Pues mira, en tu puta cara:

Como puedes ver en la captura, ese mensaje lo escribí bastante antes de lanzar el curso. Antes incluso de saber que iba e escribir esto.
Además, el documento ese que comento en el whatsapp de arriba contenía la siguiente frase:
«More se pega unos monólogos que resultan hipnotizantes. No hay necesidad de meter tantos planos de Isra y Luis.»
¿Cómo lo consigues? Aquí: