Me escribe una señora. Ayer. En twister.
¿Para qué se tomó esa encantadora mujer el tiempo de buscarme en Google, entrar en mi perfil y escribir un mensaje que rondaba las mil palabras?
Para decirme que soy un irresponsable. Y más cosas, esta es la versión para niños.
Había visto un vídeo mío.
Un vídeo terrible.
Un vídeo en el que cuento que hace tiempo tuve ansiedad.
¿Soy un irresponsable por tener ansiedad? No.
¿Por contarlo? Nada de eso.
Lo soy por no haber recomendado el mejor remedio que existe para la ansiedad.
¿Estás listo?
Pastillas de azúcar.
¿No lo sabías? Pues ya lo sabes.
Homeopatía le llamó, pero lo busqué y su composición es como la de las juanolas.
A mi hermana un paciente le dijo que le habían abducido. El tío tenía un montón de detalles.
Probablemente estás al tanto de que ahora la mitad de la población somos fascistas. Entre tanto fascista de cartón piedra seguro que se ha colado alguno de verdad.
De los comunistas no digo nada. Hay uno que incluso se pone un chándal de la URRS mientras le retratan en casa haciendo tortilla de patata.
También están los tarotistas, políticos, tierraplanistas y por ahí sigue la lista…
Pero ofender a varios cientos de personas con una email ya es un nuevo récord, así que por ahora lo dejaré aquí.
¿Que qué te quiero decir con todo esto?
Que uno de los errores más habituales en la ventas es pensar que los clientes toman decisiones lógicas…
Que quieren argumentos lógicos…
Y que cuando plantean una duda esperan una respuesta que se la resuelva…
Esto casi nunca es así, y hacerlo, contestar a lo que te pregunta un cliente potencial, acaba con cualquier posibilidad de vender (lo explico en el módulo 3 del curso de gestión de objeciones).
Cuando esto no se entiende se hacen cosas como…
- Hablar de clientes anteriores o poner sus logos en la web…
- Enviar propuestas a quienes las piden…
- Contestar a preguntas como ‘cuántos sois’, ‘cuánto tiempo lleváis’ o ’dónde tenéis las oficinas’…
Y cuando se hacen cosas como esas, es cuestión de tiempo que se acaben diciendo otras como…
- Los clientes son idiotas…
- Los clientes son muy sensibles al precio…
- Los clientes no saben valorar la calidad…
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