Hace unas semanas me escribió Robert, un suscriptor, y me dijo esto:
Hola Luis, soy Robert. Llevo siguiéndote un tiempo y me gustaría invitarte a hacer un curso de supervivencia. supervivencial.com Aqui puedes ver la info.
¿Sabes lo que pensé cuando leí ese email?
Pim, pam, pum. Eso es lo que pensé. Y cuando algo me parece pim, pam, pum contesto cosas como la siguiente:
Me mola la idea.
Así que a partir de ahora te escribe alguien que sabe orientarse, construir refugios y depurar agua.
Al acabar aquello Robert me preguntó qué es lo que más me había gustado de la experiencia.
Le contesté algo muy cursi. Dormir en medio del campo y despertarme con la luz del amanecer.
Al acabar de hablar, corregí.
Dormir en medio de la sierra mola, pero lo que más me gustó fue pasar dos días con el móvil apagado.
Con el móvil apagado y con la garantía de que al encenderlo no podía haber ni una notificación que me amargara el día.
Eso, y que mientras aprendía a hacer fuego con dos piedras había estado vendiendo, que es lo que pasa cuando tienes un modelo de negocio diseñado entorno al proceso de venta, en lugar de tener un producto o un servicio y ponerte luego a pensar cómo carajo venderlo.
Empieza por la venta, no por el producto. Y si ya la has liado, no sufras, se puede arreglar.
Tengo un newsletter, es de ventas y te apuntas aquí: