Secreto olvidado que los negocios más rentables han aplicado durante siglos

«No sé si el dinero es lo más importante pero está bastante cerca del oxígeno.»

Esa frase es de Zig Ziglar, uno de los grandes formadores en ventas de la historia.

Me la pasó Jesús Marrone, el hombre detrás de ComoGanarTiempo . com.

A estas alturas ya no te voy a preguntar si estás de acuerdo, solo espero que si el dinero te parece algo pecaminoso te des de baja sin antes sentir la necesidad de informarme de ello.

¿Sigues?

Bien, entonces asumiré que estás de acuerdo con que el dinero es, de entre las cosas que dependen de nosotros, una de las más importantes.

Vamos, que te mola.

Que te sabe bueno.

Que te gusta observarlo, estudiarlo, ganarlo, acumularlo, gastarlo y disfrutarlo.

Y haces bien, joder.

Qué viva el dinero y que viva la gente a la que le gusta el dinero porque ellos hacen avanzar la humanidad.

Ahora ojito.

No sea que pienses que eso es algo que puedas conseguir con malos clientes.

Es curioso el tema.

Sal ahí y pregunta a guruses, inversores y a un señor que pase por la calle:

¿Qué se necesita para montar un negocio de éxito?

  • Una buena idea
  • Un plan de marketing
  • O de ventas
  • Un gran producto
  • Mensaje
  • Un embudo conjonudo
  • Una web
  • Valor diferencial
  • Innovación

Que como película de humor no está mal.

¿Y para vender?

Las respuestas aquí darán para peli de terror:

  • Labia
  • Don de gentes
  • Ser extrovertido
  • Tener contactos
  • Tener carisma
  • Ir de putas

Y todos –el fulano, el inversor y el gurú– todos, ignorarán los clientes.

Y no me refiero a los clientes en plan, «hay que tener clientes» o «si alguien no te da su sucio dinero todo lo demás dará igual».

Eso ya sería una respuesta de matrícula, pero me refiero a algo todavía más básico.

Más básico y, por tanto, más ignorado.

Me refiero a saber acaptar a los clientes adecuados. Porque eso también hay que diseñarlo.

¿O pensabas que venían solos?

¿O que todos eran gilipollas?

¿O que el que no sean capaces de valorar la calidad es inevitable?

¿O que…?

No, hombre, mujer o ser indeterminado, no. Eso no funciona así. A los buenos clientes hay que atraerlos y a los malos hay que evitarlos sin remordimientos.

Porque hacer lo segundo es imprescindible para conseguir lo primero.

Que no te engañen, no necesitas clientes. Nadie los necesitas. Lo que necesitas son buenos clientes:

«Ya siento que he amortizado la inversión de este mes. Y es el primer día de membresía!»

Esa frase no es mía, es de Jorge, uno de los alumnos de la mentoría. Te cuento más sobre ella si te apuntas aquí: