Siempre me ha inquietado la desigualdad y las grasas saturadas. Y probablemente a ti también aunque no te hayas dado hasta ahora.
Entiéndeme, lo inquietante no es la desigualdad, sino que a otros les preocupe.
Gente que levanta la voz para decir que tenemos que acabar con la desigualdad.
Con la pobreza no, perdone usted, con la desigualdad.
Que el problema no es que fulanito no tenga para poner la calefacción, sino que menganito tenga un coche con asientos calefactables.
Esto no hubiera llamado mi atención si no fuese porque nunca veo que se intente solucionar yendo al rico a pedirle que nos enseñe cómo lo hace, sino yendo al rico a decirle que se esté quietecito o le llegará un requerimiento de hacienda.
Pues el otro día me explicaron que el problema es el mismo que con las grasas saturadas.
Como lo oyes.
Nuestro cerebro cree que todavía vivimos en la Sabana, así que te pide que le metas caña a ese bote de mantequilla no sea que esta noche no encuentres un cervatillo al que tapiñarte.
Y si ve que a fulano el cultivo le produce el doble trabajando la mitad, le entra sustito no sea que él esté haciendo algo tan mal que un día se quede sin comer.
Vamos, que la envidia es un mecanismo de supervivencia.
Quién me lo iba a decir.
Nuestro cerebro se ha quedado anticuado.
Eso sí lo sabía.
Lo bueno es que tenemos inteligencia para controlarlo.
Algunos. Para otros su boca es una fístula que expulsa el pus que tienen donde debería ir el cerebro.
A lo que voy: que he conocido a gente capaz de generar mucha desigualdad.
Gente que gana entre 2 y 8 veces más que sus compañeros.
Esos datos no son inventandos, lo he visto con estos ojitos cazacervatillos.
Esta gente tiene 7 costumbres, siempre las mismas. Te las cuento en un curso:
Los 7 hábitos de los vendedores altamente efectivos.
El 1 lo odiarás
El 3 no te lo tomarás en serio
El 4 hará que se te humedezca la entrepierna
El 6 te costará dominarlo
El 7 te cambiará todo lo que haces en la vida
Apúntate aquí para conseguirlo: