A menudo, no perder es igual a ganar.

¿Quieres saber cómo se siente un comprador? Organiza un proceso de selección.

Imagina. Decenas o cientos de candidatos contándote sus bondades para que les des tu dinero.

Por si no lo has hecho nunca, te cuento cómo va la cosa. Caso real.

Un cliente me encarga la contratación de un vendedor. Muy buenas condiciones. 152 inscritos.

Imposible entrevistarse con todos, así que lo primero es pedirles que rellenen un cuestionario. Nada sofisticado. Unos 20 minutos.

Suficiente para que la mayoría desaparezcan y otros cuantos escriban para explicarme por qué mis criterios de selección son incorrectos o para convencerme de que son tan buenos que no deberían rellenar ningún formulario.

Resultado: quedan 48 candidatos.

Veamos cuántos han contestado a las preguntas más fáciles. Hablo de tareas como enviar un email a cierta dirección.

Caen 30, quedan 18.

Puedes pensar que estoy loco o que la oferta era una mierda y solo se inscribieron analfabetos, pero he dirigido procesos de todo tipo para empresas de todo tipo y el resultado es siempre parecido.

Veamos qué tal las preguntas de razonamiento lógico, que requerían pensar un poco más.

Quedan 6.

Toca entrevista telefónica. Fácil, 15 minutos de conversación. 2 candidatos se olvidan de la cita y no contestan. Uno de los que sí contesta desconoce a qué se dedica la empresa para la que pretende trabajar.

Quedan 3.

Ha llegado el momento de la entrevista presencial.

El primer candidato no se presenta. Debe existir una ley de la física por la cual un tercio de los candidatos no se presentan a las entrevistas de trabajo. Siempre, siempre, siempre pasa. Se llama pánico escénico.

Hora y media de trabajo me ha bastando para descubrir que no había 152 candidatos, sino 2.

Les entrevisto y gustan tanto que mi cliente decide contratar a los dos.

Imagina que estás buscando trabajo, ves una oferta como esta y, al ver que ya se han inscrito más de 150 candidatos, decides no inscribirte.

Vaya forma de suicidarse.

Que sí, que es importante saber vender, tener carisma, tener un producto bueno y todo eso, pero la mayoría de las oportunidades se ganan por presentarse, y la mayoría de las restantes, por perseverar cuando ya te has presentado.

PD: Apúntate al newsletter, donde envío artículos y consejos de venta que no publico por aquí. Lo haces abajo: