Ya basta de soma y buenismo happy-flower. Alguien lo tenía que decir: los empleados son (sois, si eres uno), lo peor. Y todas esas empresas con futbolín en la oficina que dicen lo contrario, mienten.
Si te contara la de dolores de cabeza y noches en vela que los empleados causan a sus jefes, me tacharías de exagerado.
Soy consciente de que este no es el mensaje con el que te apetecía empezar el jueves, pero descuida, tampoco yo ardo en deseos de crearme miles de enemigos, así que aguanta, porque esto acaba teniendo sentido:
- Estarás de acuerdo conmigo en que cuantos más elementos tiene un sistema, más complejo es este.
- Y que cuanto más complejo un sistema, mayor la probabilidad de que falle.
- Y también, que el elemento más impredecible en todo sistema son las personas.
Si los empleados son (o sois) lo peor es porque son (o sois) humanos.
«¡Entonces…!», me dirás, «¡los jefes también también lo peor!», a lo que te contesto, «¡claro!, y no te olvides de los clientes y los proveedores, esos también son lo peor». Y es que las personas somos el eslabón más débil en cualquier proyecto, la pieza que lo echa todo a perder, por eso… No contrates, los empleados son lo peor.
Pero como a veces no queda otro remedio:
Cómo contratar vendedores y no morir en el intento
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