Recuerdo taburetes altos y muebles de contrachapado blanco con conglomerado asomando por las aristas.
Un tipo de mueca tatuada me preguntó cuál era nuestro valor diferencial. Supongo que alguien en la puerta estaba enseñando esa expresión a todo el que entraba.
Yo ofrecía servicios de diseño y desarrollo web. Sitios web, tiendas online, ese tipo de cosas.
Contesté algo para evitar la conversación de besugos a la que conduce esa pregunta. No sé qué exactamente qué, pero casi seguro que incluía las palabras «equipo» y «multidisciplinar».
Desde entonces no he dejado de preguntándome cuál es mi valor diferencial.
Hoy, por fin, me he dado cuenta de cuál era mi valor diferencial, de lo que debería haber contestado entonces…
Mi valor diferencial es que ahora soy yo, y no otro, el que está aquí, ante ti, hablando. Y eso es todo lo que hace falta en, al menos, 8 de cada 10 ocasiones.
Y también, que en unas horas estaré en la otra punta de Madrid contestando la misma estupidez a otro idiota. Más tarde, por la noche, me pondré a leer como un cabrón para mejorar un poquito respecto a hoy con la esperanza de no tener que responder a esta pregunta muchas más veces, porque eso es lo que hago cada vez que encuentro un punto de fricción en el proceso de venta. Leer unos veinte libros al respecto.
Y el sábado, el domingo, en agosto y el día de navidad haré lo mismo.
También constestaré a cada email, exploraré cada oportunidad por mucho que apeste y cumpliré con cada detalle que prometa.
Y gracias a todo eso pronto habré aprendido a decir «no» cuando no pueda o no me aptezca hacer algo y «no lo sé» cuando necesite estudiarlo.
Como no tengo ni un duro, siempre trabajaré con margen y no haré las cosas porque se pongan de moda, sino porque tienen sentido. Tampoco negociaré, y como no me quedará otro remedio, aprenderé a cobrar por adelantado aunque todos digan que en este sector es imposible.
Aun así, no tendré inconveniente en arriesgar hasta hacer el ridículo, ignorando mis preferencias e intuiciones porque, y este es un gran valor diferencial, cuando investigo lo hago para encontrar, no para confirmar.
También estudio sin suspicacias la trayectoria de cada persona de éxito, independientemente de si es adorada u odiada.
Enseguida empezaré a observar con lupa la publicidad que de la teletienda y esos anuncios dirigidos a amas de casa que todo el mundo ridiculiza, porque son los que más venden, y eso es lo único que me importa. El arte para los artistas.
Que sepas también que no duermo tranquilo si un cliente tiene una queja y que ya he descubierto que lo contrario al éxito no es el fracaso, sino presumir del número de empleados.
No tardaré en empezar a levantarme cada vez que me pidan trabajo gratis o cuando el jefe no se presente en la reunión, porque cuando no tienes dinero desaparece la preocupación por caer bien a gente que no puede firmar un contrato.
Y sobre todo, mi valor diferencial está en que pronto descubriré que no tengo que volver a un solo evento de mi sector.
Pero claro, si entonces hubiera sabido responder eso hoy estaría retirado.
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