«Mira lo que me dice, que se está descojonando con mi mensaje y se lo tiene que pasar.»
Eso me lo dijo Miriam.
Vamos a ver, te pongo en situación, que así contado no se entiende.
Miriam trabajaba en una empresa muy grande y muy conocida, y a mí me habían pagado una noble cantidad de dinero por sentarme delante suyo a escuchar, a ver y a recomendar.
Delante suyo y de otros, no solo de Miriam.
Entonces recomendé.
Recomendé que al cabrón del manager que siempre estaba reunido le mandará cierto email.
Bueno, al cabrón no, porque no había forma de hacerse con su email, sino a su secretaria.
Y su secreataria, audaz y decidida, en lugar de hacer clic en «Reenviar» lo hizo en «Responder», y lo que respondió fue un email que empezaba por…
«Jajaja, me parto con esta mujer.»
Y acababa por:
«Te lo paso porque te interesa hablar con la que dice que es XXX.»
Lo que allí acontenció se extendió al resto del equipo, y un día después recibí el siguiente email de Ana, la directora de ventas:
«Luis, tienes a mi equipo revolucionado. Han utilizado tu técnica de enviar emails y les han contestado a 5 mails. Están con un subidón bestial » —
Eso pasó y te juro por lo más grande que no me estoy inventando una palabra, y que tampoco me estoy inventando que al día siguiente recibí otro email del director general, que me preguntaba si esas cosicas las podía plantear en un manual.
Tampoco me invento que después de entregar ese documento hubo una reunión en la que ese director general dijo:
«Aquí tenéis un manual para escribir emails. No le falta ni una coma. A partir de ahora no los escribáis de otra forma.»
Bien.
Pues ese manual, lo he rescatado, le he quitado todo lo que resulta irrelevante para el resto de empresas, y he añadido algunas mejoras que en su día quizás no sabía, quizás no tenía ganas de incluir.
Y puede ser tuyo.
Con plantillas y todo.
Incluyendo mensajes para LinkedIn.