Dice Mr. Elon Mussssk que el peor y más común fallo de los ingenieros es optimizar un proceso que no debería existir en primer lugar.
Es cierto, lo he visto.
Hay gente que me sitúa dentro del espectro del retraso, pero un día me hice ingeniero.
El caso es que lo he visto.
Los ingenieros disfrutan tanto del proceso que no pueden evitar hacer algo innecesariamente sofisticado.
Además de haberlo visto lo sé porque yo también he sido así.
Y tú también lo sabes porque te has cagado en ellos.
Cuando no había quien entendiese cómo pagar en la máquina del parking…
Y cuando tuviste que escribir tu contraseña cuatro veces…
Y cuando te preguntaron desde qué número llamabas
Ahí lo has visto claro. No era cuestión de mejorar, sino de eliminar. Como con las sensibilidades, que no se trata de no herirlas, sino de destruirlas. Pero no continuaré por ahí que me lío.
Putos ingenieros, como les dejes se ponen a hacer cosas.
No como con los vendedores…
- Que no les gusta el café…
- Ni las videollamadas…
- Ni las presentaciones, demos y formaciones…
- Ni las propuestas…
Ya sé, ya sé. La comparación es injusta.
Estaba de broma, joder. Los vendedores nunca tratan de optimizar nada, solo de añadir.
Piensan que más es más.
Más pasos, más gosadera para el cliente.
Bueno, todos no. Hay un 3 % que no. Que no hacen casi nada.
Unos cabrones que algunos meses ganan más que sus jefes.
Unos cabrones que consiguen eso sin lamer culos, sin arrastrase y sin un acceso directo al powerpoint en el escritorio.
Por no hacer, no intentan ni convencer a otros. Saben que no sale a cuenta, así que se limitan a venderle.
Obviamente eso no tiene ningún sentido y es muy jodido de aceptar para quien lleva media vida quedándose hasta las 8 para dejar su bandeja de entrada a cero y tener listo para mañana el documento que le pidió su jefe.
Muy jodido, lo sé.
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