Blockchain explicado sin tecnicismos

Para qué sirve el blockchain

El blockchain sirve para autentificar una transacción entre dos partes sin la intermediación de un organismo oficial. Hasta la llegada del blockchain, para transferir dinero resultaba imprescindible un banco que registrara el dinero que salía de una cuenta y entraba en otra. En la venta de una casa, por poner otro ejemplo, un notario registra el cambio de propietario.

El blockchain valida transacciones con las «mismas» garantías que un banco o un notario, pero sin usar al banco o al notario como testigos. En lugar de eso, el blockchain convence a los clientes de dicho banco o notario de que si todos ellos acuerdan hacer de testigos, el banco o el notario ya no son necesarios.

Vamos, que con el blockchain nos ahorramos al intermediario. Solo tiene una contrapartida: es carísimo (y siempre lo será porque sino, no funciona).

¿Cuándo compensa entonces usar blockchain? Cuando evitar al intermediario prima sobre todo lo demás. Por ejemplo, en una transacción económica en la que queremos evitar interactuar con una institución regulada. Por eso lo usa el bitcoin.

Preguntas frecuentes:

  1. «Entonces, ¿qué sentido tiene usar blockchain para [introduce aquí la última ocurrencia de la startup de moda]?»
    • Si evitar al intermediario no es necesario, ninguna.
  2. «Pero… ¿acaso no es el blockchain más seguro que otras tecnologías?»
    • Solo si desconfías del intermediario, pero el blockchain no está concebido para aumentar la seguridad, de hecho, el blockchain utiliza las mismas tecnologías de seguridad que se emplean en infinidad de otros lugares. Pero incluso si desconfías del intermediario, ten en cuenta que aun utilizando blockchain también hay un intermediario, que es el que monta y mantiene el sistema.
  3. «Esto es diferente a todo lo que había creído hasta ahora, ¡no puede ser!»

Cómo funciona el blockchain

Imaginemos un grupo de personas que desean intercambiar dinero entre ellas, como ocurre con el bitcoin. Cada una de esas personas tiene un «cuaderno» en el que apunta todas las transacciones de todos los miembros del grupo. Para garantizar que todos los cuadernos son correctos, iguales y que nadie, por error o malintencionado, modifica el suyo, le pondremos un sello de verificación a cada transacción. Ese «sello» es un número que tenemos que calcular, y servirá para comprobar si una transacción es auténtica.

Para calcular la autenticidad de los sellos contamos con una función matemática que, como cualquier función matemática, cuando le proporcionamos uno o varios números nos devuelve otro. Se trata de una función irreversible, lo que significa que aunque calcular un resultado requiere menos de un segundo, es imposible, partiendo del resultado, obtener el número de entrada o, más bien, la única forma de hacerlo es probar todos los números hasta dar con el correcto, algo que requiere un esfuerzo enorme. A esta función le proporcionamos tres números:

  • El número de la transacción.
  • El número de la transacción anterior.
  • El sello.

El blockchain estipula que para que un sello sea válido, el resultado de la función debe cumplir con ciertas condiciones, por ejemplo, que sea impar y empiece por 4.

Imaginemos que A quiere transferir 627 € a B y que se trata de la transacción 141. Esta información se comunica a todos los miembros del grupo, que además de apuntarla en sus cuadernos, empiezan a introducir números en la función hasta que dan con uno que produce un resultado que cumple con las condiciones estipuladas (que sea impar y empiece por 4). El primero que da con un sello que satisface las condiciones se lo comunica al resto del grupo, que lo apuntan en sus cuadernos junto a los demás datos de la transacción.

Al trabajo de encontrar el sello se le llama minar, y como requiere mucho tiempo y electricidad, cada vez que alguien da con un sello recibe una recompensa económica. La dificultad de encontrar sellos incrementa conforme los números crecen, así que para mantener a los miembros del grupo interesados en minar la gratificación económica debe aumentar con el paso del tiempo.

Si llegado a este punto tienes la sensación de que crear y mantener una red de blockchain es un proyecto faraónico, estás en lo cierto. Como dice Carlos Ceruelo, usar blockchain es como comprar una caja fuerte para guardar yogures.

Verificar la autenticidad de una transacción es tan fácil y rápido como introducir en la función el número de transacción, el número de la transacción anterior y el sello. Si el resultado de la función es un número que cumple con las condiciones estipuladas (impar que empieza por 4), la transacción es auténtica.

¿Y qué ocurre cuando en un cuaderno cualquiera de los datos de una transacción no coincide con el que figura en otro cuaderno? Pues que se comprueba lo que ha recogido el resto del grupo y se considera como válido lo que tiene la mayoría. Esto significa que las redes de blockchain son vulnerables a lo que se conoce como «ataque del 51 %», que consiste en que si más de la mitad de los miembros del grupo conspiran para falsificar sus cuadernos, la falsificación tendrá éxito. No obstante, aunque posible, es altamente improbable.

Por cierto, la función matemática se llama hash y el sello Proof of Work. Cada transacción es un bloque (block) y al «cuaderno» se le llama cadena (chain).

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