La grande hostia

Hoy no hablaré de ventas, sino de la vida.

El tema que trato en este mensaje habrá gente que no lo entenderá y gente la que le dolerá.

Se trata de un suceso clave en la vida de toda persona. Un día inevitable. El día que marca el final de la mejor etapa de la vida.

Hablo del día en que te caes.

Verás, existen varios días que marcan transiciones vitales:

– El que te enteras de que los reyes magos no existen
– Tu primer rechazo
– Primer día de trabajo
– El día que te vas a vivir solo
– La primera vez que tienes que limpiar tu propio vómito
– El primer despido
– La primera caída

La primera caída desde que eres adulto, quiero decir.

Hay un día durante tu adolescencia en el que te caes como lo has hecho otras muchas veces y te levantas como si nada, sin sospechar que la próxima no tendrá lugar hasta dentro de años y será infinamente más humillante.

Llega por sorpresa y te hace retorcerte de dolor en el suelo durante varios minutos.

Yo que sé, te caerás en la cocina y reventarás una baldosa con la cabeza.

O te tropezarás subiendo unas escaleras.

Eso si no te abres una ceja tras golpearte contra el lavabo del baño y lo pones todo perdido de sangre.

O pisarás mal bajando un bordillo, te torcerás el tobillo y te dolerá durante 3 semanas.

(A mí ya casi se me ha pasado.)

Es la hostia que marca la entrada en la edad adulta.

Una caída a plomo y que, por más vueltas que le das, no eres capaz de reproducir mentalmente.

Si no sabes de lo que te hablo te recomiendo que guardes este mensaje a buen recaudo, porque ese momento llegará y entonces te darás cuenta de la enorme razón que tengo.

Es el camino vital, y es inevitable.

Lo que sí es evitable es recorrer ese camino luchando, sudando sangre, salvando obstáculos ilógicos, persiguiendo a clientes potenciales durante meses o pasando días buscando la mejor manera de darle una mala noticia al jefe.

De verdad, no hay necesidad.

Todo eso es algo totalmente prescindible.

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