«Pocos leen; de los que leen, pocos entienden; de los que entienden, pocos recuerdan.»
—Fernando Sánchez Dragó.
He leído unos cuantos libros. No lo digo por presumir, al contrario.
Que haya leído muchos libros significa que he tenido muchos problemas. Problema que tengo, libro que leo.
Ahora voy a decir algo delicado. Y es que si estás leyendo esto es que te va bien o te va a ir bien.
Entiendo si no me crees. Una vez un tipo muy rico y muy conocido me dijo lo mismo y tampoco me lo creí.
Excluyo de esto…
- A los de la lectura en diagonal
- A los que innovarán
- A los que me escribirán de vuelta para decirme todo lo que esta mal en este email o que todo es cuestión de suerte
No te equivoques. No te estoy diciendo que si me compras un curso te arreglaré la vida. Es justo lo contario.
Tan importante como leer es cómo leer.
Lo he visto.
He visto como la misma lectura que a mí me ponía cachondo perdido no levantaba la ceja de los vendedores y emprendedores a los que se la recomendaba.
Negocios que no habían arrancado y vendedores que llegaban derrapando a final de mes juzgaban a tipos que habían ganado millones de las formas más originales.
La autoconfianza con la que a otros llamaban vendehumos a esos millonarios me hacía preguntarme si todos a mi alrededor eran superdotados y yo un idiota impresionable al que era demasiado fácil engañar.
Tuvieron que pasar años hasta estar seguro.
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