Gran, gran, pero gran frase

El que golpea el último es el que se mete en más líos.

Esa es una traducción libre y bastante mierdosa de una frase que oí el otro día.

Dos hermanos se estaban sacudiendo en la puerta de un hotel de la costa del Sol cuando intervino su hermana mayor, que, sin ninguna ñoñería, intentó separarlos.

Antes su fracaso pronunció las siguientes palabras que yo he traducido como buenamente he podido:

Remember guys! Whoever hit lasts, troubles the most.

Me pareció una gran frase y me recordó a cuando siendo pobre como una rata contacté con una conocida multinacional de cosméticos para venderles una web.

Ni cortejo, tú.

Adelante, hagamos algo juntos.

Algo no, muchas cosas. Te vamos a pagar 6000 o 7000 euros al mes para que nos hagas muchas cosas. No vamos a parar de pedirte cosas.

Esto lo dijeron ellos y en aquella época eso era mucha pasta para mí (incluso teniendo en cuenta que la mayor parte se iría salarios).

Les avisé de que era pobre nada más empezar, que es cuando hay que dar las malas noticias: o pagáis por adelantado o nada.

Me dijeron que pagaban a 120 días, 90 si lo pedía con la lengua dentro de su ano.

Les dije que cero dramas y tan amigos. Otra vez sería.

¿Qué pasó?

Lo que pasa cuando empiezas con malas noticias, que aceptaron. Pero antes de firmar…

…reuiones a tutiplén para definir todo lo que me podían pedir y el precio al que se lo debía a facturar.

Todo listo me pasaron su contrato, ¿y sabes lo que ponía en su contrato?

Pago a 90 días.

¿Y sabes lo que me dijeron cuándo les dije que ya les dije que no aceptaba pago a 90 días?

Que o lo aceptaba o no me contrataban.

Típico.

El cliente te mete en un proceso interminable y cuando llegas al final cambia las condiciones porque sabes que el vendedor tiene tantas ganas que es como si llevara meses buceando en vaselina.

Poco se imaginaban que se encontraban ante el negociador más duro del mundo: un pobre.

Les dije que no.

«No sabes con quién estás hablando» fueron sus últimas palabras.

En mi parte, silencio, porque quien golpea el último se mete en más problemas.

Es fácil pensar que la lección aquí está en no aceptar a quien se ponga tonto en el último minuto, y te equivocarías.

La gracia no está ahí.

La gracia está en detectar en cuestión de minutos a quien se pondrá tonto en el último minuto y ser capaz de detectar a quien será un excelente cliente.

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