Cuando eres vendedor es fácil pensar que quizás algunos clientes son estúpidos.
Cuando tienes compradores a tu cargo compruebas que todo lo que habías imaginado es poco.
Te cuento un algo que ocurrió con mi primera empresa.
Por aquel entonces se nos caía la web con frecuencia. Tras muchas vueltas y no solucionar nada decidimos cambiar de alojamiento. Seleccioné un nuevo proveedor y le encargué a JR, uno de los programadores, que lo contratara e hiciera la migración.
La web funcionó correctamente durante las siguientes semanas, hasta que se volvió a caer.
Nos reunimos para pensar qué podía estar pasando. Si la web se seguía cayendo estaba claro que el problema no era del alojamiento.
Entonces fue cuando JR me dijo una cosa.
Una cosa que no me esperaba.
Atento a la cosa que me dijo JR.
JR me dijo que no había cambiado de alojamiento…
…
…
…
…porque le parecía caro.
No quiero que quede ninguna duda, así que a riesgo de repetirme te lo resumo:
- Le dije a un empleado que contratara un servicio
- Hablamos de un servicio importante
- Un servicio fundamental
- Un servicio sin el cual la empresa no podía funcionar
- Le dije qué proveedor y qué servicio en concreto tenía que contatar
- Esta persona decidió no hacerlo sin consultar con nadie porque, bajo su criterio, era caro…
Es el efecto porra. Pídele a alguien que te ayude a comprar y automáticamente multiplicará por mil su percepción acerca de la importancia que tiene en la decisión de compra.
Ahora ya sabes por qué aquella secretaria se puso tan borde cuando le hiciste una pregunta que solo podía responder su jefe.
Este post no tiene una moraleja, son varias y están todas dentro de la historia.
Un alumno, Pedro López, director de ventas en PSG eventos, me dijo: «Pocas veces he hecho algo y no ha salido como has dicho.»
Eso es así porque he pasado tantas horas viendo a unos vender, como viendo a otros comprar. Y ese es el tipo de cosas que publico en el newsletter. Te apuntas abajo.