El error más caro

Alguien me escribió y me preguntó si dada su edad le merecía la pena invertir en construir una marca personal.

La respuesta es fácil, aunque te aseguro que no es la que crees.

Le podría haber hablado del tiempo que me llevó a mí y de cómo, el retorno que me produce en solo un mes compensaría incluso años de inversión.

O podría hablarle de que en caso de que alguien me hubiera contado todo lo que explico en el curso habría reducido todo ese proceso a uno o dos años.

O podría haberle dicho que si compra el curso antes de este domingo a las 23:59 recibirá un bonus secreto en el que un argentino loco nos cuenta algo que evitaría que se hiciera esa pregunta.

Pero que va. Todas esas respuestas son incorrectas.

La respuesta a si merece la pena aprender algo, sea lo que sea, es siempre la misma, tanto si tienes un año como si tienes setenta.

Para ello tienes que hacer un ejercicio. Sígueme.

Piensa algo en lo que quieres mejorar. Algo que te gustaría saber. Algo que quieras dominar.

Lo que sea.

Cazar caracoles, domar lagartijas, sexar lombrices.

Pero piensa algo, algo serio.

Reanimar barbos, masajear babosas, insuflar sapos.

De verdad, hazlo. Deja de leer un segundo y piénsalo.

Venga, joder, es en serio. Merece la pena que hagas el ejercicio.

Te espero.

¿Ya?

¿Cuánto tiempo lleva aprender eso? Con una estimación es suficiente.

¿Un año? ¿Cinco? ¿Diez?

Perfecto.

¿Cuántos años tendrás dentro de un año, cinco, diez?

Te diré algo. Son malas noticias.

Dentro de un año, cinco o diez tendrás esa edad tanto si has aprendido esa cosa como si no.

¿Y qué crees que es más probable que ocurra entonces?

¿Que te alegres de no haber aprendido esa cosa o que te preguntes por qué narices no empezaste hace un año, cinco o diez?

Así que, por lo que más quieras, si quieres aprender algo, ya sea degustar tijeretas, entonar grillos o seducir mantis, empieza hoy.

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