«La sencillez es una complejidad resuelta.»
—Francisco Umbral.
Durante los próximos días te presentaré a 4 personas que considero que merece la pena conocer.
Gente que me gusta lo que hace y, sobre todo, cómo se vende. Hoy te hablaré de un argentino loco.
Este argentino loco me contactó y me dijo que sabía vender formación.
«Bien», pensé, hay muchos argentinos que dicen que saben vender cosas, otro más.
Pero luego, más abajo, explicaba su método, y ese método contenía algo que me hizo detenerme en su mensaje unos segundos más de lo habitual.
Su método contenía un detalle importante.
Una cosita, aparentemente insignificante, que captó mi atención.
Algo que para la mayoría hubiera pasado desapercibido, pero que para el ojo experto es como encontrar un Picasso en un mercado callejero.
Ese algo, ese detalle, esa cosita… era que su método era simple hasta decir basta.
Este hombre había construido un método para vender formación tan sencillo y replicable que estoy absolutamente convencido de que ningún competidor se lo copiará jamás.
El vendedor medio prefiere la sofisticación y el dramatismo. Se siente mal vendiendo sencillez, cree que nadie le pagará por eso, así que añade unos cuantos anglicismos, algunos metaversos, una poco de inteligencia artificial y datos gordos.
Después de resumir su método, el argentino loco mencionaba los números que había conseguido. Entonces el ano se me contrajo y le dije que deberíamos vernos.
Charlamos por videollamada durante casi hora y media y aquello me gustó. Me gustó tanto que le prometí mencionarle en un email.
Y aquí estoy.
Si vendes formación, te interesa. Y si no vendes formación, pero eres observador, también.
El argentino loco se llama Gabriel Melillo.
Su proyecto se llama Impulso Learning y se le sigue desde aquí: https://impulsolearning.com/
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