Estaba hablando con un amigo que ha sido político. Un tipo conocido en su momento. Le has podido ver por la tele en debates de máxima audiencia.
Me estaba contando cómo los peores adversarios son los de tu propio partido.
Decenas de buitres sufriendo por si les quitas protagonismo o llegas antes que ellos a algún sitio.
Esto no es un problema para la mayoría, para los dependientes, para los que necesitan de un sueldo para vivir, pero era un problema para él, que tiene la vida resuelta 37 veces y por tanto no le debe nada a nadie.
Entonces le paré y le pregunté:
«Joder… tú… ¿cómo te arriesgaste a meterte en política con la cantidad de dinero negro que has tenido que manejar?»
Entonces se calló, me miró muy serio y contestó:
«¿Estás asumiendo que he manejado dinero negro?»
El que calló entonces fui yo. Me la jugaba entre ofender o quedar como un idiota. Lo pensé otra vez. La respuesta era demasiado obvia, me estaba tomando el pelo:
«No me cabe la menor duda.»
Entonces me miró con cara de enfado, que es algo terrorífico de ver en alguien que siempre está de buen humor y respondió…
«Sacos, Luis, ¡¡¡sacos!!!»
Y continuó: «Pero no había problema porque…»
Y entonces procedió a contarme el método más infalible que jamás he escuchado para pasar desapercibido cuando haces estas cosas.
Aunque el hater insatisfecho con su vida no lo vaya a creer esta historia es 100 % verídica.
Quizás creas que el mejor negocio del mundo es tener una fábrica de dinero negro.
O ser político.
O quizás te preguntes por qué trato esas dos cosas como si fueran diferentes.
Pues bien, te equivocarías. Existe un modelo de negocio superior a esos y a todos los demás.
Un modelo del que, si sabes sentarte a reflexionar –y esto es muy importante–, cualquier empresario, marketero panderetero o vendedor, independientemente del sector en el que esté, puede extraer más aprendizajes que de 4 MBAs.
Lo explico en un curso.
El curso titulado El mejor negocio del mundo, destripado..
Salva, un suscriptor que compró recientemente ese curso, me escribió lo siguiente:
Asunto: Que hij put* eres*
Eres un cabronazi y te voy a decir por qué.
Estoy termimando tu curso de “El mejor negocio del mundo destripado”.
La primera vez que lo escuché me pareció genial.
La segunda, más cosas se engranaron en mi cabeza y empecé a ver pepitas de oro por todas partes… y a recogerlas, por supuesto.
Ahora varios días después de terminar de destriparlo te veo aplicar varios de los consejos que extrajiste pero en modo Dios… que hij put!