Dos cualidades necesarias para ganar en la vida

Ayer me levanté con dolor de espalda, hoy a las 10:00 había comprado un colchón nuevo.

Esto lo hago porque me gusta ganar más pasta hoy que ayer.

Verás, estamos diseñados para acostumbrarnos a cualquier cosa con demasiada facilidad.

Cuando llegó la pandemia y ya no tenía que ir a la oficina en coche me preguntaba qué hacer con 3 horas extra al día.

Ahora, dos años después, me pregunto a dónde se han ido esas 3 horas.

Y si no me hubiera comprado un colchón nuevo, dentro de un mes habría asumido que esa sensación de agujetas me ha acompañado siempre, y en tres meses ya no la sentiría.

A la mierda te acostumbras particularmente rápido.

Por eso la impaciencia y la intolerancia son dos potentes cualidades para vender. Para un vendedor que las sepa utilizar, claro.

Si careces de ellas o no las alimentas no tardarás en que te parezcan aceptables, incluso convenientes, cosas como:

  • desplazarte a las oficinas del cliente
  • tomar café con el cliente
  • elaborar propuestas
  • discutir objeciones
  • negociar precios
  • cobrar a 60 días
  • permitir que los clientes te envíen su contrato
  • chuparle el culo al jefe (al tuyo y al de los demás)

Ouch.

Puedes considerar el hábito como asentado en cuanto el cuerpo te pida decir que los demás también lo hacen, que tu cliente lo pide, e incluso, y esto no es broma, hay gente que lo dice, que cuando estás en sus oficinas te resulta más fácil crear amistad y encontrar argumentos de venta y motivos de cierre.

Ouch. Ouch.

Un día conocí a una chica que montó un negocio que es como el colchón más cómodo, mullido y perfecto que has visto en tu vida.

Puedes seguir haciendo todo lo que has hecho hasta ahora exactamente igual que lo has hecho hasta ahora.

Y pensar que algún día comprarás la masterclass en la que destripo el modelo de negocio de esa chavala y ya entonces cambiarás.

Claro que sí, puedes hacer eso.

No hay problema.

Pero ten cuidado, no le vayas a pillar gustico a lo que haces ahora, no sea que para cuando quieras reaccionar ya te haya salido chepa y no puedas levantar la vista de los zapatos del cliente.

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