Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo.
—Facundo Cabral.
Le dice un personaje de Succession a otro —probablemente te hablaré mucho de esta serie en las próximas semanas porque estoy un poco obsesionado— bien, pues le dice dice un personaje a otro…
Te voy a enseñar a ser rico, ser rico es la monda, ser rico es como tener súperpoderes pero mejor, porque puedes hacer más cosas.
Se lo dice mientras comen en un restaurante caro, en traje, corbata y zapatos apretaos.
Hay gente que siempre ha tenido tanto dinero que no ha llegado a plantearse lo mierda que es su vida.
Súperpoderes, dice. Es como para mearse encima, no jodas.
Puedes hacer lo que te dé la gana siempre que lo que te dé la gana se pueda comprar con dinero y se pueda hacer fuera del horario laboral y en un radio de unos pocos kilómetros alrededor de tu casa o trabajo.
Vamos, es como ser un superhéroe tullido.
Un superman con asma.
Un spiderman con juanetes.
Un batman (ya sé que batman no es superhéroe, pero no me sé el nombre de más superhéroes) que lleva tres noches sin dormir porque su vecino, que vende crack, pone la música a tope a partir de la una.
Cojonudo negocio.
Aquí entendemos la riqueza de otra manera. Y no creas que esto es ninguna mierda diogeniana, para nada.
Aquí ganar dinero nos encanta y nos parece lo mejor para el mundo. Para ti, para los que te rodean y para el resto de la humanidad. Pero ganar dinero sacrificando la vida tiene poca gracia.
Que quizás tengas que hacerlo una temporada, y que yo lo he hecho durante muchos años, pero la idea es salir de ahí.
Esto va de hacer dinero, ni siquiera te voy a decir con poco esfuerzo, sino con libertad.
Con poder, con seguridad.
Independientemnte de trabajas para ti o para otro, porque cuando tienes suficiente poder, eso no importa.
Y para eso, te pongas como te pongas, necesitas una audiencia.
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