¿Dejo el email diario? Problemas

A veces te cuento los consejos no solicitados que me llegan.

Hoy propongo un ejercicio de imaginación.

Veamos cómo estarían las cosas si hubiera seguido cada consejo que me ha llegado únicamente en lo que va de año:

  • Nada de palabras malsonantes
  • Los impuestos me deberían parecer buenos y necesarios
  • Ni mención de «comunismo»
  • Dinero y éxito fuera, ni nada que proponga mover el culo, que eso estresa.
  • Sepso prohibido. Y en general, hablar de hombres y mujeres.
  • Emails de 100 palabras, 150 máximo.
  • Basta de escribir cada día. Semanalmente, como mucho.
  • Lenguaje inclusivo, lenguaje inclusivo everywhere.
  • Charlas gratis, que me conviente que me conozcan dieciocho futuros licenciados en periodismo. Sin vehemencia ni excitación, eso sí.
  • Dejaría claro todo el tiempo que lo que digo es «mi opinión», «lo que creo» o «según mi experiencia.»
  • No anunciaría los cursos en los emails. Quien quiera que investigue y los encuentre, que eso de vender es de muy mala educación.
  • Daría muestras gratuitas de los cursos y bajaría su precio
  • Haría factura antes de vender y cobraría a 90 días
  • Publicaría mis datos de contacto
  • Me tomaría 18 ceverzas y 32 cafés cada día
  • Usaría otra herramienta tecnológica para absolutamente cada cosa que hago
  • Me cortaría el pelo y me lo dejaría largo al mismo tiempo
  • Tendría una sección para contar lo larga que la tengo. Currículum, logos de clientes… esas cosas.
  • Contestaría emails de no alumnos, y si no me da tiempo, contrataría a alguien para hacerlo.
  • Aunque quizás no haría nada poque también me retiraría con lo que ya tengo

Ahora te cuento lo que yo haría si mañana Tony Robbins en un evento va y se caga defeca en directo en el escenario.

Bueno, pues lo que haría al día siguiente sería organizar un evento y desayunar Kebab con doble de salsa.

Quizás haya cosas mías que no te gusten.

Quizás estén entre las anteriores o es otra, seguro que podemos ampliar la lista.

Seguro que lo que tú harías diferente no es para tanto. Que por eso no será.

Atiende.

Haz lo que te dé la gana, pero yo me creería bastante lo que digo.

¿Porque soy la mujer del pollo? No.

¿Porque siempre tengo la respuesta correcta? Tampoco.

¿Porque tengo razón en todo? Ni mucho menos.

Porque si aplicara lo anterior trabajaría nueve o diez horas al día más dos de tráfico, vistiendo zapato apretao, pisando moqueta, odiando los lunes y deseando los findes.

O quizás podría ser empresario, pero solo si paso el día quedando para comer con clientes. Para comerles el asterisco, quiero decir. Ya sabes, el sin-esquinas, el nudo de globo, la araña pisada.

Y no hago nada de eso.

Porque la receta funciona.

Y hasta que no la cocines no sabrás cuáles son los ingredientes importantes.

Solo entonces, cuando eso lo sepas por experiencia y no por sensaciones, podrás cambiarla y, seguro, y no me cabe duda, mejorarla.

Eso, y nada más, es lo que he hecho toda mi vida.

Copiar a los mejores. Estudiar obsesivamente su literatura y probar cada idea que daban sin plantearme si me gustaba o me dejaba de gustar.

Y, sobre todo, lo que hacían.

Trabajando con algunos de los mejores vendedores y apuntando cada una de sus técnicas.

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