Decisores o prescriptores.

El tema de los prescriptores nunca defrauda. Siempre da que hablar.

Nunca y siempre.

Y siempre «mi caso es diferente.»

No pasa nada, se debe a un malentendido muy comprensible. Ese malentendido es pensar que lo contrario a un prescriptor es un jefe.

Pero lo contrario a «prescriptor» no es «jefe», es «decisor».

Una persona puede ser decisora, pero no jefe. Y también puede ser jefe, pero no decisora.

Hay muchas definiciones de decisor, pero la mejor se obtiene con la definición de no-decisor.

Un no-decisor, y quédate con esto, es alguien que puede decir que no, pero que no puede decir que sí.

Puede decir que no, pero no puede decir que sí.

Puede decir que no, pero no puede decir que sí.

Puede decir que no, pero no puede decir que sí.

Repítelo en voz alta.

Puede decir que no, pero no puede decir que sí.

¿Para que querrías hablar con alguien que lo único que puede hacer es rechazarte? Nada que ganar, todo que perder.

Esera. Te oigo, te oigo…

Pero si esa persona no dice que sí, es imposible que me contraten…

Bien, entonces esa persona sí es decisora, nada de prescriptora. Subordinada quizás, pero decisora. Co-decisora quizás, pero decisora.

Hay empresas en las que jamás me contratarán formación si el responsable de recursos humanos no da su visto bueno.

¿Paga? No.

¿Firma? No.

¿Manda? Tampoco.

¿Puede decir «no»? Por supuesto.

¿Puede decir «sí»? Ya lo creo.

En otras veces me contacta un tipo al que le he caído simpático y quiere convencer a su jefe de contratarme, pero no me dejará hablar con él.

¿Paga? No.

¿Firma? No.

¿Manda? Tampoco.

¿Puede decir «no»? En cuanto se entere de mis tarifas.

¿Puede decir «sí»? Ni de casualidad.

¿Qué hacer? Dos opciones, la primera es salir corriendo, la segunda es decirte que estás hablando co un prescriptor.

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