Hace 30 años vi unos dibujos animados muy turbios que contaban una lección de negocios muy rentable.
A un médico se le presenta la muerte y le propone un trato:
Te concedo el poder de curar cualquier enfermedad, no importa cómo de terrible sea, pero… cuando uses tu poder el siguiente paciente al que atiendas morirá.
El médico acepta y con el tiempo eso le trae fama y riqueza.
Un día el médico atiende a un paciente al que le toca morir, pero esta persona, que es tremendamente rica, le ofrece toda su fortuna si le salva.
El médico le pide a la muerte que haga una excepción y le permita salvarlo. La muerte se niega, pero tras mucho insistir llegan a un acuerdo: si salva al rico el siguiente morirá sin «pero» que valga.
Al día siguiente el médico tiene que atender a una adorable, huérfana y desvalida niña pobre.
El médico le pide a la muerte otra excepción y ante la imposibilidad de conseguirla, el médico acaba con su propia vida para así no tener que atender a la niña y que sea ella quien muera.
Rico y sin vida, fin de la historia.
30 años lleva esta historia traumatizándome. Traumatizándome y recordándome rechazar dinero.
Oye, que el dinero está muy bien, a tope con el dinero, pero si para ganarlo tengo que sacrificar libertad, seguridad o el respeto a mí mismo, todo para ti.
Por eso nunca he tratado a nadie diferente por su tamaño.
Ni he aceptado otras condiciones que las mías.
Y nunca he sabido lo que eran una «cuenta grande», solo un «cliente rentable».
Y mientras, cada día veo a empresas y vendedores dispuestos a sacrificar su salud mental por hacerse con un nuevo logo que poner en la web, un nombre que mencionar en la próxima reunión o por aumentar la facturación aunque sea reduciendo su margen de beneficio.
Sin darse cuenta de que, a veces, no hay decisión más rentable que rechazar una oportunidad…
…y que más vale perder una venta que ganar un mal cliente…
…y que si estás dispuesto a comerle el culo a alguien, es mejor que sea a tu pareja que a tu cliente.
Que sí, que sí, ya sé, ya sé. Que esto es muy bonito de decir cuando vas a tope de ventas.
Atiende.
Tengo un newsletter.
Te cuento todo lo que hago para vender tan cómodamente que puedo rechazar comer culos sin remordimiento, sin quedarme preguntando cuánto hace que han sido utilizados. Toda la información ahí abajo: