Primero que nada, feliz navidad.
Segundo que nada, ayer unas trescientas personas me escribieron para decirme que soy un cabronazo.
Daniel Rodríguez Bacete, un suscriptor con mejores cosas en las que invertir su tiempo, prefirió preguntarme si no me preocupa que se produzca una saturación en el uso de mis técnicas y que ser un cabronazo empiece a perder efectividad debido al incremento de cabronazos en el mercado.
También me preguntaba que si no me inquieta que la gente se limite a copiarme igual que ahora pueden estar copiando a quienes tengan como referentes.
Le dije que ojalá lo que cuento tenga tanta repercusión y mis alumnos sean tan aplicados como para que suceda eso.
Sería un exitazo del que me sentiría orgulloso.
Además, esa situación de extrema competencia obligaría a desarrollar nuevas y más sofisticadas técnicas de venta, lo que me convertiría en un mejor vendedor, me permitiría vender más cursos y ganar más pasta.
Un círculo virtuoso.
Sin embargo, Daniel puede dormir bien traquilo.
La mayoría jamás pondrán en práctica nada de lo que cuente, y la mayoría de los que sí lo hagan introducirán suficientes innovaciones como para que nada funcione.
Así que si estás leyendo esto, copia, copia como un cabrón y copia sin miedo, porque si algo es una putada para mí, es que no lo hagas.
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