No sé de dónde nace este post. Del hígado o por ahí.
Lo que sí sé es por qué nace. Nace porque me cabreo.
Por esos clientes con nada de potenciales, coleccionistas de propuestas a cargo de un tipo que dice tener muy claro lo que quiere.
Pero no son los clientes calientacarteras lo que me cabrea, lo que me cabrean son los vendedores pagafantas.
Vendedores orbitantes que trabajarán cuanto haga falta para que esos becarios y recién llegados vuelvan a casa llenos de orgullo por haber apilado 321 propuestas en lugar de las 5 que les pidió su jefe.
Entiéndeme, ni siquiera me cabrean son los vendedores, lo que me cabrea es haber sido uno de ellos.
Dispuesto a ceder y a conceder, a decir sí, «Eso te lo tengo que mirar» y «Bueno, vale.»
«Bueno, vale» es de lo más bajo que puedes decir como vendedor. Quizás lo más.
Cuando dices «Bueno, vale» lo que realmente realmente dices es:
Me has sodomizado más de lo razonable pero llevo tanto tiempo invertido en esta venta que te lo concedo aún sabiendo que posiblemente ni siquiera sirva para cerrar el trato y que si lo me contratas acabarás dando más problemas que dinero, pero por favor y por lo que más quieras, no te vayas con otro porque necesito que firmes en la línea de puntos para seguir sientiéndome válido.
Eso es lo que significa «Bueno, vale.»
Hay otras formas de decir «Bueno, vale», no estoy siendo muy exhaustivo. «Eso te lo tengo que mirar» es otra que ya te he dicho.
Seguramente tu caso sea diferente, o muy específico –signifique lo que signifique eso– o tú seas muy caro o tu cliente solo se fije en el precio y no sepa valorar la calidad.
Quizás, quizás, quizás 🎶
Pero yo, que soy un loco, cuando veo algo así, la sensación que percibo, desde fuera e, insisto, como loco que soy, es que el cliente no potencial no te está tomando en serio.
Si ese pudiera ser el caso, aquí te cuento cómo solucionarlo así que apúntate ya: