Vulcan era un pequeño pueblo minero de Virginia Occidental.
El pueblo está rodeado por 3 montañas y un río, con el puente que lo cruza como única salida al mundo exterior.
En los 60 las minas se agotaron y el pueblo se fue al carajo, pero en los 70 todavía vivían allí 200 personas.
Para entonces el puente estaba en la mierda y era prácticamente imposible cruzarlo.
Durante años pidieron al gobierno estatal y al federal que lo arreglara, y por años sus peticiones fueron pospuestas con todo tipo de excusas.
Si hubieran preguntado qué hacer a cualquier exitoso autor de libros de ventas hubieran escuchado cosas como que…
– …les hacía falta es una propuesta de valor
– …tenían que crear una necesidad
– …necesitaban tener una resolución más que objeciones el gobierno
Afortunadamente, en aquella época no existían las redes sociales y los únicos libros de ventas que existían los escribía la gente que vendía.
Seguramente por eso el alcalde de Vulcan sabía que resolver objeciones es de pobres. Que lo que hacen los ricos es impedir que aparezcan.
Así que escribió una carta…
A la embajada soviética en Washington…
Para que fueran allí a grabar la situación de aquel pueblo…
Los soviéticos, que como buenos soviéticos, jamás desperdiciarían un oportunidad para avergonzar a los Estados Unidos, enviaron allí una comitiva de periodistas y un representante que dijo que lo que no podía solucionar Estados Unidos lo resolvería la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
…
Ese día el gobierno federal otorgó 1,3 millones de dólares para la reparación del puente.
…
Hay cursos de resolución de objeciones que se dedican a darte un millón de respuestas diferentes para un millón de situaciones parecidas.
Y otros, que en lugar de eso te cuenta lo que hace la gente que se pasa el día en primera línea de batalla, pelea tras pelea, venta tras venta, porque su sueldo depende de ello.
Y aunque lo que hace esa gente es muy largo de contar, te cuento lo que rara vez hacen… responderlas.
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