Algo que hasta los pingüinos entienden mejor que los twitteros

Para ahorrar, un acuario de Japón ha cambiado la dieta de sus pingüinos.

Deberías ver a los putos pingüinos cuando les acercan el nuevo pescado a la cara. Cómo cierran los ojos, levantan el pico y giran la cabeza. Todo dignos ellos.

Diciendo sin decir a sus cuidadores que se metan ese pescado por el culo.

Luego busca el vídeo en YouTube, que vas a flipar.

El otro día me crucé con varios consejos financieros en el mejor sitio para recibir consejo financiero.

Consejo financiero y de cualquier tipo. También sentimental o de marketing.

Twitter.

No falla. Haz lo contario y acertarás.

Alguien lo pedía. «Os leo», concluía.

En twitter es obligatorio acabar los mensajes con una frase que produzca grima. Eso y decir en tu bio cuántos hijos tienes.

«Huye de las marcas» se repetía bastante.

Es normal, que si nunca has probado las marcas digas eso. Y que el caviar da asco y llegar a la conclusión de que los ricos son gilipollas.

Que se han hecho ricos siendo gilipollas. Que los ricos no saben gestionar sus finanzas.

Que no saben dónde está el valor y qué produce un mayor comfort.

Un mayor comfort real y también percibido, que es exactamente igual de real que el real.

Y qué quita tiempo y qué no.

El de buscar, de analizar, de arreglar, de mantener, o el de formar y el de enseñar, el de reemplazar o el de corregir.

Putos y estúpidos ricos.

Y mientras quienes nada compran critican, quienes compran y quienes venden estrechan sus manos, ajenos a esas realidades.

Qué asco de vida, de verdad.

«Si los ricos nos escucharan», piensan los pobres, «les iría bastante mejor.»

Te voy a contar una dura realidad.

Lo caro es mejor.

En parte porque se percibe mejor, en parte porque es mejor.

Eso es así aquí y en la China.

Quiero decir, en Japón. Lo saben hasta los pingüinos.

¿Y sabes quiénes más lo saben?

Los que contratamos gente.

Yo he contratado mucho. Pero mucho, mucho.

Cientos de contrataciones, miles de candidatos.

Entonces, el otro día hablé de esto en el newsletter.

Hablamos de las 3 cosas más absurdas, pero también frecuentes, con las que se cruza cualquier reclutador.

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