Aclaración respecto al artículo de ayer

Ayer dije que no hay nada más de rico que no tener coche y nada más profesional que no hablar del currículum ni mostrar ejemplos de proyectos.

Hubo reacciones.

Me gustó una que decía que metáforas aparte, qué digo yo cuando me preguntan por mis estudios.

Empezaré aclarando las reglas del juego: no uso metáforas. Soy idiota, no las pillo. Lo que planteo es rematadamente fácil: validar o ser validado.

No hay más. O estás en un lado o estás en el otro.

¡Pero hay clientes que lo piden!

Mira, machx.

Novedad. La gente pide cosas.

Una vez una clienta me pidió matrimonio.

¿Y sabes qué?

Tú puedes concederlas.

O no.

Un sumiso no se convierte en un líder. Ese ascenso no llega. No es que un día alguien venga y te diga: «Venga, Funalintex, ya puedes dejar de ser un sumiso. Has trabajado duro, así que nos hemos reunido y hemos decidido que es tu momento. Calienta que sales a jugar con los mayores. De sumiso no, de líder. Olvídate de ser sumiso. Ya no hace falta, ahora eres líder. Líder, ¿eh? Que no se te olvide.»

Al contrario. Mientras estes ahí… tranquilito, calladito, calmadito, haciendo lo que los demás esperan de ti, lo mejor para tus clientes es que sigas así, haciendo lo mismo.

Esto no es un cuento motivacional. Lo he vivido, joder. Empecé con 24 en Madrid. Ni un contacto, cero experiencia y la cuenta vacía.

Me vendía barato, trabajaba el doble de lo que me contrataban, contestaba al teléfono a las ocho y media de la tarde y en fin de semana.

En dos ocasiones me crucé España un 23 de diciembre para intentar satisfacer a tipos que luego descubrí que eran más pobres que yo.

Eso, y muchos:

—«Al final no ha podido venir el jefe.»

—«No te preocupes hombrx, no pasa nada.»

Y también muchos:

—«Perdona por el retraso.»

—«No pasa nada, incluso traigo vaselina.»

Un día me di cuenta que prefería vivir debajo de un puente a seguir así. Y empecé a probar cosas muy locas.

Hice el ridículo, perdí pasta y cabree a bastante gente hasta entender qué es lo que funciona, pero te diré algo más.

Hoy nadie me pide el portfolio ni les interesa saber cuántos empleados tengo. Tampoco me negocian los términos de pago. No me perrean facturas ni me piden que les explique por qué cobro por un día lo que algunos ganan en un mes.

Han pasado 10 años. No diré eso de que han pasado sin darme cuenta. Me he dado mucha cuenta.

PD: si quieres dejar de condicionar tu futuro a lo que a los demás les apetezca hacer con él, enhorabuena, ahora ve la posdata de abajo.

PD 2: Apúntate al newsletter. Día que estás fuera, es día que pierdes pasta.